Un aire conocido me invade.
Me sorprende en mi silencio. En mi distancia.
Se trata de una sensación alegre, festiva. Peligrosa también.
¿En que manada, grupo o tribu se han formado nuestros sentidos?
Aquella capacidad de reconocer rastros en el viento...
De poder identificarnos a pesar de la distancia o la oscuridad…
De ver la vida en el fondo de los ojos que nos miran...
Aquel derecho de sabernos semejantes...
Y tal vez de serlo...
De serlo hasta límites que no nos atrevemos a sospechar...
Límites de luz, de oscuridades, de vértigos,
de desgarros, siempre de desgarros y creaciones.
Y, tal ves, sólo tal vez,
de estar haciéndolo.
De estar dejando crecer una vez más lo extraordinario.
Esas tibiezas...
Enrique 29.- 05.- 08.