sábado, septiembre 22, 2007

Una Nueva Primavera



Al comienzo de una nueva Primavera
seguimos proponiéndoles el Proyecto Delta



SI NOS CREEMOS CON DERECHO A UN FUTURO PROPIO,
ENTONCES, DEBEREMOS SER CAPACES DE IMAGINARLO,
DE HACERLO CARNE EN NOSOTROS, DE REALIZARLO.
DE OTRA FORMA DEBEREMOS VIVIR AQUÉL QUE LOS AMBICIOSOS,
LOS QUE LO QUIEREN TODO PARA SÍ,
AQUELLOS QUE NO TITUBEAN EN DESTRUIRLO Y CONTAMINARLO TODO,
ESOS INCAPACES DE AMAR, ESTÁN GENERANDO.

ENRIQUE E. R. TOSTO


Queremos recordarles que el Proyecto Delta está pensado como una construcción colectiva en busca de una vida mejor para aquellos que lo integren o participen de él. También podrá ser la constatación de una posibilidad de autodeterminación sensible y creativa para aquellos que entren en contacto con él. Es por eso que nos proponemos iniciar una serie de reuniones de presentación y despliegue del proyecto donde esperamos un intenso intercambio de ideas y de recepción de proyectos conexos que puedan sumar o complementar el ya expuesto.
Quienes quieran refrescarlo pueden ingresar en:
http://reunionproyectodelta.blogspot.com/

martes, septiembre 11, 2007





Que sea la Altura

Que sea la altura
de tu amor
la que te ponga a salvo
de todo mal,
de toda flaqueza,
de toda renuncia.

Que sea la altura
de tu amor,
su inexpugnabilidad,
quien guíe tus pasos
por los senderos
de la vida.

Que sea la altura
de tu amor
la que te oriente
hacia aquellas metas más altas
donde lo humano
logra redimirse y evadir
la noche sin tiempo
del desamor
y la pena infinita
que significa
vivir con semejante amputación.


Enrique. 11. 09. 2007.

sábado, abril 21, 2007

Acerca de las Intensidades y las Sutilezas




Acerca de las Intensidades y las Sutilezas I








Acerca de las Intensidades y las Sutilezas II




Todas las criaturas nacen de un encuentro.
Su belleza surgirá de las energías más puras que
los participantes hayan tolerado poner en juego.
Encuentros e intensidades, esa es la formula del amor.
Intensidades y sutilezas, esa es la alquimia
de ciertas cumbres poco habituales de un gran amor.

La serenidad y la profundidad de estos dos momentos amorosos
inspirados en los remezones de un escrito muy sentidos mío,
muestran una cuerda sutil e íntima de la autora.
Tal vez dos autorretrataos en los que,
considero, se ve tanto de ella como de mi.






miércoles, enero 10, 2007

La Incapacidad de amar / Ya puede solicitarlo a info@fundacionreunion.org.ar






LA INCAPACIDAD DE AMAR



Acerca del Amor, el Enamoramiento y la Psicopatía,
relaciones con el Duelo y la Melancolía




Algunos pocos hechos de violencia asociales


Lo que sigue, entonces, debe ser tomado, apenas, como un recuento de hechos de violencia social necesariamente parcial y muy incompleta, que tal vez tenga el único mérito de animar al lector a realizar su propia contabilidad de manera de cotejar sus resultados con los nuestros, veamos: Hubo una campaña (y tal vez dos o tres) del desierto en la que, nunca se dijo mucho, pero lo hecho fue un genocidio. Hubo, a lo largo y lo ancho de todo el país, matanzas de trabajadores y fusilamientos arbitrarios e injustos destinados a mantener y sostener privilegios[1]. En los setenta ya nos habían pasado por encima varios golpes militares, “las dictablandas” como después se las vino a llamar. Tuvimos que soportar bandas fascistas como las “AAA” armadas desde el gobierno, rodrigados, necesidades de pasar el invierno, el inicio y crecimiento insoportable de una supuesta deuda cuya indudable ilegitimidad que nunca fue llevada ante la justicia por ninguno de los gobiernos democráticos que hemos sabido engendrar. La cuestión es más grave, -después supimos que fue más o menos así en toda América Latina- a estas tristezas, incluida la masacre de Ezeiza, se sumaron las acciones de grupos armados de distintas tendencias ideológicas y una de las dictaduras militares más crueles que hayan existido en estas partes del mundo y que dejo, entre otras muchas desgracias -dijeron que era lo mismo fabricar acero que caramelos- un saldo de treinta mil detenidos desaparecidos, hoy se sabe, en medio de los peores tormentos y horrores. Tanto esto fue así, que tenemos el dudoso horror de que la palabra “desaparecido” se utilice así, en castellano, en gran parte del mundo. A ello se le sumo un nuevo genocidio silencioso, el del menemnato, que dejó un saldo de mucho más de un cuarenta y cinco por ciento de la población excluida de toda posibilidad laboral y de toda posibilidad de vivir dignamente, con un país desmantelado, entregadas sus riquezas unas tras otra. De todos aquellos que debido a la indigencia, las carencias más extremas y el abandono de persona que debieron soportar, murieron mucho antes de su tiempo, no se tiene estadísticas ni se han podido llevar cuentas ya que fueron “simples muertos de la marginación y la pobreza”, mientras en la casa de gobierno se brindaba con pizza y champagne. El hecho de que la macroeconomía apareciera como próspera, no siéndolo más que para unos pocos, comenzó a generar un sentimiento de extrañeza, de amenaza inminente. Me atrevería a decir que comenzó a instalarse el sentimiento de lo siniestro, ese volvérsenos desconocido lo familiar. Entre los que todavía no se habían derrumbado (lo poco que quedaba de la clase media) se diseminó una sensación de catástrofe inminente, cosa que sucedió de manera explosiva entre el 2000 / 2001. De las manifestaciones populares que se llevaron tres gobiernos en pocos días la gente paso a estar retraída, encerrada, deprimida, triste, muy triste y asustada. Las personas enfermaban y morían de un día para el otro, hubo infartos, cánceres, accidentes cerebro vasculares (no existe ningún censo creíble de suicidios tanto intencionales como encubiertos –las distracciones fatales-) y todo tipo de males y daños. Se instalo algo que no se conocía o era raro por estas pampas, el ataque de pánico. Por supuesto desde el estado ya hacia mucho que se había dejado de hablar de inversión en salud y en educación. Ese dinero, cada vez más escaso, fue pasado a la lista de los gastos. Esta serie de maldades relatadas muy a vuelo de pájaro, toda esta violencia que produjo no sólo muertes precoces sino una gran cantidad de personas desdentadas, analfabetas, embrutecidas, mal formadas o desformadas en cuanto a sus posibilidades de desarrollo como sujetos de la cultura; violencia donde predominó el abandono de personas, la mentira, la corrupción, la estafa al pueblo, debo decir “la traición a la Patria” -esos sujetos no han sido castigados, ni siquiera acusados de semejantes faltas- toda esa maldad, toda esa incapacidad de amar son motivo suficiente para la diseminación y el incremento de esa peste, de esa plaga que ellos traían, su propia pestilente y miserable incapacidad de amar. Esa forma pura, condensada, de la enfermedad[2].
¿Se ve de que manera aquellos capaces de emplear cualquier recurso para obtener sus fines fueron instalando el daño, toda esa desconfianza, esa tendencia a la melancolía, al encierro, el miedo al semejante? De esa forma se instaló la época del delivery. Todos terminaron convertidos, para los otros, en sospechosos, en posibles agresores, en el enemigo, ya que cuando éste no se puede identificar todo parece volverse hostil y, se cree, el ataque puede llegar desde cualquier lado.
Así como cuando desde el estado se ataca a los ciudadanos, cuando se utiliza la fuerza pública en contra de ellos, se comete un genocidio y ese es un delito declarado de “lesa humanidad” que no prescribe, de igual forma la estafa, el saqueo de los bienes del pueblo, deberían recibir esa misma categoría jurídica, siendo el juicio y castigo de los culpables de semejantes crueldades, la única posibilidad de iniciar una cura popular que es la meta más noble a la que se puede aspirar. Sucede que lo relatado no es patrimonio exclusivo de un cierto “paisito”. La escala de violencia se acentuar en el mundo entero. ¿Quién voló las torres, Bin Laden o Bush? Muchos están convencidos de que no hay distancia entre uno y el otro. ¿Se comprende? Mucho más allá de cual sea la respuesta “correcta” el solo echo de que la pregunta pueda ser formulada marca la gravedad de la crisis moral y del profundo desamor en el que vemos naufragar parte de lo más alto y luminoso de lo humano. ¿Se ve? el que nos ocupa resulta ser un mal demasiado extendido. Se ha constatado que la mayor parte de la población mundial, un 80% ó 90% vive con un 20% ó 10% de la renta mundial y en consecuencia, en un estado de indigencia, desolación, guerra, abandono de personas, malos y muy malísimos tratos, mientras que un 20% ó 10% usufructúa el 80% ó 90% de dicha renta. Eso para no hablar del daño ambiental que el sistema produce como un desecho necesario de su “progreso”, daño que avanza a velocidades de vértigo detrás de lo que ésta cultura denomina, modernidad, civilización y democracia entre otros eufemismos. Eufemismos donde todo o casi todo lo malo que llega a las mayorías parecería incluirse, para aquellas minorías que deciden, en la larga lista de los “daños colaterales”. La lectura de la historia, de las diferentes historias de distintas culturas y civilizaciones, nos permite pensar que esto siempre ha sido así, que la incapacidad de amar a llevado a lo humano, desde sus más incipientes días, a empuñara las armas. La diferencia radicaría en la magnitud, en la dimensión a nivel planetario que alcanza la capacidad real de destrucción de las armas que se disparan hoy. De esta forma se ha llegado a que sea posible acabar con la vida en el planeta, al menos con la de lo humano.







[1] Ver La Patagónica Rebelde de Osvaldo Bayer. La llamada Semana Trágica. Los fusilamientos en los basurales de León Suárez que Rodolfo Walsh documento en su Operación Masacre asonadas militares como la Revolución Libertadora o el Proceso, entre otros usos despiadados de las armas desde el poder.
[2]El Dr. Ramón Carrillo, médico sanitarista, ministro de salud del primer gobierno de J. D. Perón, lo expresó así: Frente a las enfermedades que genera la miseria. Frente a la tristeza, la angustia y el infortunio social de los pueblos. Los microbios como causa de enfermedad son unas pobres causas.





La configuración subjetiva que impone esta globalización.


Estas observaciones podrían ser irrelevantes si no fuera por el hecho de que dejar a la melancolía, con su incapacidad de amar, tal como se ve en el enamoramiento, manteniéndola en el ámbito privado de “la enfermedad” evitaría señalar uno de los mayores daños que viene produciendo y padeciendo esta sociedad de mayorías maltratadas. Esto tal vez sea así desde los mismos comienzos de lo humano pero nos parece advertir en el dispositivo enamoramiento / melancolía / psicopatía, la configuración subjetiva que impone masivamente la estructura político económica denominada neoliberalismo y / o globalización.
El sistema se retroalimenta, entonces quienes intervienen en la construcción de semejante estructura social, necesariamente tienen que ser sujetos con una severa incapacidad de acercarse a la realidad, a la que verán demasiado sesgada por sus deseos e ilusiones de poderío. Personas sujetas a una cultura con gran rechazo a realizar duelos, personas guiadas por la codicia, por esa voracidad insaciable que es el egoísmo que lo quiere todo para sí. En síntesis, personas que repudian la vida por su incapacidad de amar y el dolor y la frustración que esto les produce. ¿Será que se alucinan a si mismos inmortales? ¿Será que se piensan sobreviviendo en estaciones espaciales mientras el planeta tierra queda atrás como un desecho? Todo esto nos huele demasiado a otro tipo de enfermedad, a un oscuro miasma sifilítico cargado de odio y desamor que se transmite no a través del genotipo pero si del fenotipo. Esa especie de genética de las formas y las intensidades con que se experimentan las vivencias.
Este trabajo, comprender lo dicho aquí, da trabajo en el sentido de que plantea ciertas dificultades que nos exigen tomar conciencia del peligro que significa, para el bien común, dejar abandonados a su suerte a estas personas incapaces de ver en el semejante a un par. Ellas nos enfrentan con aspectos de un problema que necesitamos resolver. Seguramente aquellos que nos consideramos buenos y capaces de amar deberemos, en honor al principio de realidad, tomar medidas, ser más estrictos, hacer nuestra esta problemática, que lo es, y trabajar para crear dispositivos capaces de hacer frente a la encrucijada que nos presentan estos sujetos, nada más y nada menos que su estructura subjetiva, su forma de ser en la vida. No creemos que debamos ir a su terreno, no creemos en las guerras de los justos. La guerra es parte de su juego y por lo tanto es parte de aquello que debemos evitar, debemos cuidarnos de ella, esa gran maquinaria destructora de lo humano y no sólo de vidas humanas. Seguimos creyendo que es posible crecer, que tenemos a disposición muchos dispositivos, la vida los tiene, de manera que aquello que no ha sido dado, que aquello que no se ha logrado en un primer momento, tal vez pueda ser restituido bajo la fuerza del amor que construye cultura, esa fuerza capaz de engendrar sociedades más justas con sujetos dignos, responsables y en consecuencia participantes de la cosa pública. Ellos parirán gobiernos honestos –inclusive temerosos del pueblo- con jueces rectos. De esta manera toda vez que nos enfrentemos a “casos extremos”, cualquiera sea el sentido en el que algo sea extremo o dañino para otro u otros, o el medio en el y del que vivimos, con el que formamos una única y la misma cosa, tengamos todos la autonomía, la voluntad y la entereza de impartir justicia, de poner límites.
¡Que lo humano salve a lo humano porque sino con él, junto con todas sus debilidades, mezquindades, pequeñeces, miedos y errores, algo capaz de las mayores alturas y sutilezas, algo noble y luminoso se perderá!





Quien quiera leer el trabajo completo puede solicitarlo a info@fundacionreunion.org.ar y le será enviado de manera gratuita por este medio. El trabajo tiene una extensión de 18 carillas.




Enrique E. R. Tosto